Relato 18: Tacones o chancletas

Esta mañana he encontrado a “Chop” (mojado, en valenciano) acostado sobre mi cama y sin querer me he acordado del perro de mi amigo Nicolás, que no lo dejan salir del balcón para que no llene la casa de pelos. 

A mi me ha dado mucha pena pensar que Chop no pudiese salir del balcón, se lo he dicho a mama y me ha contestado que eran formas diferentes de pensar y por lo tanto de vivir, y que todas eran respetables… siempre y cuando no se hiciese mal a nadie, que peores fueron los otros dueños de Chop, o como fuera que se llamase nuestro perro en su anterior vida… bueno, no es que estuviese muerto y luego volvió a vivir, pero casi casi, porque cuando aquella noche de truenos y lluvia se nos cruzó delante de nuestro coche y papa frenó, estaba lleno de costras, legañoso, flaco y mojado. Mama dijo a papa uf, pobre perro se le ve desorientado, mi hermana añadió desorientado no, es que no tiene fuerzas ni para saber por dónde va…. y mi hermano también dijo solo tiene fuerzas para morirse y no le habéis dado el gusto, pero nadie le hizo caso a mi hermano porque esos días estaba muy enfadado porque papa y mama le habían quitado de su cuarto el ordenador por haber sacado una ristra de calabazas en junio. Yo no sabía qué era aquello de ristra y se lo pregunté a mama, y ella me dijo que es lo mismo que decir demasiadas, aunque tampoco lo entendí y me quedé igual… bueno pues eso, que yo esa noche  también miré al perro y vi cómo se quedaba quieto delante del coche, mirándonos como sin ver, como me pasa a mi cuando mi hermana me despierta por la mañana y me dice levanta enana y yo la miro con los ojos abiertos pero no la veo porque aun estoy dormida… pues eso, que allí estaba el perro y me di cuenta de que papa no le pitaba ni nada de eso, y sí en cambio encendió las luces de emergencia del coche y miró a mama, y mama se quitó una chaqueta grande y vieja que se pone cuando vamos al campo, bajó del coche y cogió al perro que no tuvo ni susto, y le puso por encima la chaqueta y entró con él de nuevo al coche. Y nadie dijo nada. De que qué bien ya tenemos perro o que vaya birria de chucho,  y solo fui yo la que dijo le pondremos Chop, y así se quedó, con ese nombre, aunque ya no está mojado, ni tiene legañas, ni costras ni esta flaco… 

Mi hermano tiene de nuevo el ordenador en su habitación, ya que en septiembre se quitó de encima la ristra de las calabazas y ha sido empezar el curso y ponerse a estudiar él solo sin que papa y mama se lo tengan que recordar, porque lo ha pasado muy mal estos dos meses que su ordenador estaba escondido en el trastero. Supongo que como ahora estudia él solo, nadie le ha reñido por poner dos lavadoras llenas con su ropa y tintarlas todas de negro, ni por cortarse el pelo muy corto menos lo de arriba que lo lleva como una cresta de gallo, con una crema que se pone de un tubo que pone “súper-extra-fuerte”. 
El primer día que lo vimos así, papa y mama se encerraron en su habitación y oí cómo se decían que ya se le pasaría de la misma manera que se le pasó a mi hermana cuando se hizo un tatuaje en el hombro y se puso tres pendientes en una oreja…  Yo no sé muy bien qué es lo que quieren decir con que “se le pasara”, aunque supongo que es lo mismo que cuando yo les doy la lata unos días porque quiero ir a la playa, y ellos me llevan a la piscina municipal…
Solo la abuela dijo algo de que con esas pintas este niño acabará muy mal, pero mi madre le contestó que no tenía que pensar eso porque sus nietos tienen muy buenos sentimientos, y si no mira lo del reloj. Y la abuela dijo que qué pintaba allí el  reloj y mama dijo que el reloj viejo que le regalaron cuando se casó, ese que ha estado siempre colgado en la pared del comedor, se rompió, y que como estaba lleno de carcoma y no valía mucho pues que aunque le dio pena mama lo tiró a la basura, pero al día siguiente se lo encontró fuera de la basura y mi hermano le dijo que no se podía tirar ese reloj a la basura porque era como de la familia… y entonces mama por no discutir lo dejó escondido en un cajón y colgó en su lugar un cuadro pequeño, pero al día siguiente el cuadro estaba colgado en otro sitio y de nuevo colgaba el reloj, aunque sus varillas marcasen siempre la una menos diez, y mi hermano le dijo ese es el sitio del reloj en esta casa, que yo lo he visto ahí desde que nací… entonces mama se calló y se lo dijo a papa, y papa dijo mirare un día de arreglarlo pero déjalo colgado y así se quedó la cosa,  y que esos sentimientos solo los tienen la gente que es buena, aunque lleven tres pendientes en una misma oreja, el pelo de punta, o vistan de negro, y entonces mi abuela se calló y ya no dijo nada mas sobre las pintas raras de mi hermano… solo yo entonces dije que a mí también me gustaba ver el reloj ahí colgado  y mama sonrió y me dio un beso, y me dijo que ya sabía que yo también era buena a pesar de decir de vez en cuando alguna mentirita pequeña…aunque disimule, pero se me nota, porque pongo los ojos todavía más achinados. 

         Mi hermana 

continuará (pendiente de publicar) 

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