Relato 13: Los nidos de las golondrinas.

Hace poco me topé con varios diskettes guardados en una vieja caja. Tras localizar un ordenador todavía con disquetera, pude averiguar qué guardé allí durante tantos años (desde el 1998). Varios cursos de formación y un par de relatos que ya había olvidado. Uno de ellos me ha enternecido lo suficiente como para incorporarlo en este blog. Su titulo: Los nidos de las Golondrinas. 


Me detengo un momento y observo. No hay demasiados cambios todavía. La mayoría de las casas de la calle están tal y como las recuerdo, si dejamos a un lado el envejecimiento de unas pocas y la restauración de 4 ó 5. Detalles sin importancia para esta historia. La mía y la de mi vecindario. 
Nací la madrugada del 25 de abril de 1962, en la cama de mis padres, asistida por Paca, la comare (comadrona). Entonces todavía no se iba a parir a los hospitales. Ni tampoco circulaban muchos coches por la calle, los vecinos dejábamos la puerta de casa abierta todo el día, estuviésemos o no en casa. La gente salia a sentarse a la fresca para hablar con vecinos y paseantes. Los niños y niñas nos ensuciábamos por los campos de los alrededores. Los mulos y los burros se veían frecuentemente por las calles, que no estaban alquitranadas, incluso mi calle, San Antonio, aún era carretera nacional, y en verano, el "polero"  (vendedor de helados)  pasaba con su bicicleta, arrastrando un carrito lleno de helados. ¡Era una delicia verlo llegar!. 
En las casas hacia poco que habían puesto agua corriente, y muchas mujeres  todavía lavaban en el lavadero municipal. Para llamar por teléfono tenias que ir a la centralita que había al lado del ayuntamiento viejo, y tener una televisión era toda una excentricidad. 

LLegando el verano se llenaba de mas vida aquel trozo de calle. Lo delimitaré desde "El Ribet", hasta "la fábrica de la llum".  
El detalle que delataba que el verano ya estaba aqui es que Vicente ( no Vicent, porque él procedía de Cadiz y le gustaba que le llamásemos Vicente) .... que Vicente, el del "bar de Pasos" (ahora bar Esmig) colgaba de acera a acera, cogido a los balcones de las casas colindantes, un toldo oscuro, enorme, para hacer sombra. Debajo de él, a un lado, delante de su acera, montaba una hilera de mesas, de esas de raelite y patas de hierro negro. Allí, la gente de la calle y de todo el pueblo, daba buena cuenta de almuerzos, sobremesas, tardes, juegos de cartas, noches interminables.... Qué tapas mas buenas preparaba la mujer de Vicente, conocida como Paca "la cantinera". Las mejores los callos y la sepia con picada de ajo y perejil. Los niños en cambio nos contentábamos con arramblar con los tapones de los botellines de cerveza, de Mirinda... para jugar a chapas o simplemente, hacernos colección. Otro divertimento de los niños y niñas de mi barrio, y de todo el pueblo, era 

continuará (pendiente de publicar) 










Comentarios

  1. Precioso relato...me gustaría que nos pusiéramos en contacto...yo también vivía en Torre ahora en Valencia...mi email: raoche@Yahoo.es.

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